HISTORIAS DE UN LANCHERO
Cuenta
un lanchero dueño de una lancha
Marido
de Ofelia Mena, la de cintura ancha,
Cosas
bochornosas sin precedente alguno
Como la
que le pasó a su compadre Bruno…
Con
tantas historias escuchadas a diario
Mañana
en la iglesia compro mi rosario,
No vaya
a ser que el pecado se me unte
¡Con
tanto alboroto, con tanto arrejunte!
Eso
expresó el lanchero y yo solo me reía
Sin
tener ni idea de lo que éste contaría,
Porque
agua abajo se oyen tantas cosas
Algunas
prudentes y otras escandalosas.
Vivió
el mismitico penosas y extrañas historias
Que
algunas no cuenta por razones obvias,
Y aquí
les dejo la historia de su compadre
Que en
el pueblo la recita hasta el mismo padre.
Mientras
preparaba el motor, comenzó a contar
Con una
indignación evidente al hablar…
-Y es
que el compa Bruno se armó de paciencia
Y actuó
fue con mucha cordura y elocuencia.
Porque
yo a ese mequetrefe y descarao
De un
zapatazo lo hubiera era allá tirao
A las
sublimes aguas de mi lindo Atrato
Para
que pasara pues su buscao mal rato.
Y es
que aún existe la enfermedad de la cordura
Porque
lo que yo tengo ya es mucha locura,
No
aguanto ofensa alguna a mi hombría
Ni
tolero en mi cara una trágica cobardía.
No
siendo más aquí les entero del suceso
Y que
todo caiga por su propio peso,
Juzguen
ustedes esta vil incorregencia
Que
sucedió y saque pues su inferencia.
Contó
que un “señor” vestido de corbata
Un día
cualquiera bien metió la pata,
Quedó
como un petulante y orgulloso
Y formó
fue un relajo el muy impetuoso.
Se
montó en la lancha vestido de blanco
Y trajo
de su casa dizque un buen banco,
Que en
esas tablas no se iba él a sentar
Que por
favor se le hiciese mucho respetar.
Que era
primo del señor Alcalde de Quibdó
Dueño
de fincas por los lados de Tadó,
Que
cómo era posible que se le ofendiera
Ofreciéndole
esa tabla, ni que otro fuera.
Que ese
banco se lo hicieron en Panamá
Con
madera importada desde Canadá,
Que era
su diseño único en el mundo
Decía
bien desdeñoso ese vagabundo
Cuenta
mi compadre que se puso a reír
Y
algunos pasajeros de la ira se querían morir,
¿Y el
Doctor quiere una lancha digna de él?
Gritó
por allá con disgusto Doña Raquel.
Bien
pueda y se baja no se vaya ensucía
Reprochó
Donilda desde por allá,
Perdón
Doctor por tan descarada impureza
Que en
nada contraste con su limpieza.
¿De
pronto no trajo un poquito de cloro?
Pa´
lavá la lancha y que brille como oro,
Dónde
está el banco le hacemos un altar
Para
que se haga Dios y empiece a juzgar.
Cuidado
y se le mancha su sutil pureza
Y todo
lo que lo adorna que es belleza,
La ropa
de lino, que se ve bien fina
Pero
ese traje lo vio hoy donde Ernestina.
Que si
no estoy mal lo tenía en promoción
Porque
la camisa estaba sin un solo botón,
¡Claro!,
ese es el mismito traje que arreglé
Porque
tenía hasta el cierre bien al revés.
Y a
todas estas… yo a vos te conozco
Es que
en la cara bien te reconozco
Ah ya
se… vos sos ese mismitico manito
El que
formó el alboroto allá en Rio Quito…
La
señora se disponía a seguir hablando
Mientras
la lancha iban desatando,
De
pronto el Doctor que estaba sudando
Temblando
comenzó tartamudeando.
Mi, mi,
re se, se ñora, espere usted un momento
Déjeme
aclararle que mucho lo siento
Yo no
soy Doctor, yo soy Casimiro
El hijo
perdido de su compa Emiro.
Voy
viajando es hoy para Villa Conto
Y espero
a mi padre conocer pronto,
Lo del
banco yo lo dije era por bromear
Lo
traigo de los lados de Manungará.
Solo
quería hacerlos pues yo mucho reír
Y
sentado en mi tabla es que voy a ir
Así que
por mis palabras pido yo perdón
Le pido
no le comente a mi tío Ramón.
Apenas
yo llegue, ahí me quito el traje
Y se lo
devuelvo al regresar del viaje
También
los zapatos que son de su hijo
Y la
corbata, todo eso, el pobre dijo.
¡Ay mi
compa Bruno mucho se reía!
Al
recordar la imagen que a él venía
De
aquel muchacho que achicopalado
Se
sentó en su lancha bien acobardado.
Pobre
Casimiro a las malas comprendió
Y es
que la vida su buena lección le dio
Y así
le tocó aprender sin ningún enojo
Que más
rápido cae un mentiroso que un cojo.
Que hay
por el mundo que andar con humildad
Porque
no sabe uno donde vaya a templá
Y como
dice el otro dicho, si escucharlo quieres
Que a donde fueres mejor has lo que vieres.
Escrito por Dayana Zapata
Flórez