Historia rimada
Jacob: Hombre de oleaje
Vean vé
señores, esto es cosa de contá y no creer
¡ay mi
gente es que bien engañoso es el parecer!
dicen los
abuelos que a quien le conviene le viene,
y que quien
sus saltos da, a sus pies él se atiene
Estaba yo
sentada en una banca jugando bingo
eran como
las tres de la tarde de un día domingo,
y fue
llegando una muchacha, arrebolada ella
que ante
los presentes quería decí una querella…
- ¡Ay mi
tío Jacob Mosquera el de allá de Purré!
tenía
como quince novias pa´que
sepa bien usted,
a todas
las amaba el muy alborotado y descarado
y si se
le juntaban vivía padeciendo y embolatado
Tenía una
que era de allá por los lados de Acandí
fue la
primera con la que se fue dizque él a viví,
la
conquistó enteramente a orillas del mar caribe
ese mar que desnuda cuerpos y amoríos revive
Otra con
la que tuvo ilusiones fue con Rosa Sofía
quien se
dejó consumir en las cascadas de Unguía,
ella
quería cogerse con él, pero este en su cobardía
le dijo
que esperara al otro año, que aún no podía
También
cayó en sus brazos una negra caderona
de Belén
de Bajirá, muy pretendida en esa zona,
le ofreció
fincas enteritas con cultivos de palma
pero ella,
mujer digna, no quería eso sino su alma
Se aventó
como perro y con los sentimientos jugó
de Teresa
Orejuela maestra de escuela en Juradó
le
escribía cartas de amor y le leía tiernas poesías
que todas
según él eran de su inspiración y autoría
¡Ay quien
lo ve ahí, hecho completamente el bobo!
cuando se
le caiga la piel de oveja, quedará el lobo,
ofreció
matrimonio a una muchacha en Buena vista
y a otra
en Bahía Solano, conocida como Calixta
Y en los
manglares de Nuquí buena pesca hizo él
le quitó
la mujé a su compadre el señor Ismael
y a
orillas del Atrato con picardía a Luz conquistó
mujer
relajadora de pescado en la plaza de Quibdó
Y en
canoa, con lluvia, los viernes visitaba en Bagadó
a la hija
del alcalde, como que quereme fue que le dio
a boca
llena decía que era el marido de Doña Rosina
dueña de
fincas y de minas por los lados de Istmina
Daba un
salto y en un dos por tres estaba en Condoto
para que
Ernestina no lo dejara en la calle son sus jotos,
en el
Bajo Baudó, San José del Palmar y hasta en Sipí
tenía
amoríos, romances, conquistas, todo eso vi y oí
Y amor
eterno a una negra alta y tetona le prometió
inspectora
de policía en Santa Genoveva de Docordó,
la
enredó, tramó, levantó, hipnotizó con lúcida labia
pero
confianza mató a seguro, eso sabe la mujé sabia
En este
mundo es más fácil equivocarse que acertar
y le
llegó el día a mi tío de sus cuentas gordas pagar,
resultaron
siendo ellas primas hermanas lejanas
que por
fuerza mayor se reunieron una semana
A velar a
la abuela María Inés que un día en la mina
le cogió
un dolor en el pecho, que con su vida termina,
y
reunidas se dieron por enteradas del descaro de Jacob
¡ay, pero
el pobre hombre bien caro que su osadía pagó!
Lo dejaron
en la calle, hasta sin calzoncillo remendado
y lo
enfrentaron con entereza, el señor quedó pasmado
sin
fincas, sin canoas, sin casas, sin sueños ni amores
sumido en
llanto, tristeza, agonía y muchos dolores
Cuando la
muchacha terminó de dar todo el discurso
caí en
cuenta que a Jacob lo conocía y no de gusto,
ya andaba
ronceándome hace como dos meses atrás
pero le
dije esta vida, las pasadas, las que faltan y más
María
Inocencia es mi nombre, oriunda de Lloró
y en una
tarde de sol lloroseño la suerte a mí llegó,
y como lo
que de noche se hace de día aparece
me salvé
de un amorío infame que casi acontece.
¡Ay es que con yo si NO!
Y como dice el dicho:
“Más pendejo el que cree que los
demás son bobos”.

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