Por:
Dayana Zapata Flórez
Dayletras
La cuelga
En un pueblo del Chocó,
llamado San Rafael
Por allá de donde es
mi compadre Ismael
Sucedió una cosa
un día normal de cuelga
Que hizo que los hombres
entraran en huelga.
Las mujeres se fueron
desde por la mañana
Y llegaron en la noche
donde Doña Juana
Fritaron pescado,
tomaron galones de viche
Bailaron chirimía, y así
empezó el bochinche.
El oro que consiguieron,
les dio para mucho
Hasta compraron el
bailadero de Don Lucho
Eso comentaban los
hombres bien enojados
Que sentían sus derechos
dizque vulnerados.
Y sin más preámbulo,
aquí les viene la historia
Si quieren la confirman
con la comadre Gloria
O si un día van
por los lados de San Rafael
También se las cuente el
compadre Samuel.
-Comadre Rosa:
¡Comadre Inés vámonos
a la quebrada!
A echar cuelga que ando
es desesperada
Tráigase los cachos, el
almocafre, la batea
La barra, el totumo, que
la comida escasea.
Aquí traigo banano
cocido y sardina frita
También viene con
nosotras la comadre Ita
Preparate pues, un buen
jugo de borojó
Que vamos es a caminá
hasta Quiadó.
¡Ay esperen, se me
olvidó el tambador!
Se lo presté ayer a la
mujer de Nicanor
Me tiene cansada, no
devuelve nada
De descarada ya está
es muy pasada.
-Comadre Inés:
¡Mirá veve Rosa, el
tambador está acá!
Lo dejaste en mis cosas,
ya lo voy a sacá
Dejá de está echando
tanta calumnia
Lo mismo dijiste de la
comadre Petunia.
Cual jugo de
borojó, hice fue aguapanela
También va con nosotras
la comadre Estella
La batea se me partió,
esperate presto una
Dios quiera y con suerte
consiga alguna.
Ahí tengo en el
fogón plátano maduro asado
Lo podemo a compañá de
un buen bacalao
El camino es bien largo,
vámonos pues ahorita
Y nos metemos por los
lados de Raspaurita.
-Comadre Ita:
Caminen vean ve,
aprovechemos el tiempo
Y que no se presente
pues otro contratiempo
Ya van a ser casi las
ocho de la mañana
Aunque también quiere ir
la comadre Ana.
Me dijo en la noche que
no tenía pa’ comé
Y me dio mucho pesar de
esa pobre mujé
Y es que ya parió, más
de diez muchachitos
Y la dejó por su prima
el infiel de Carlitos.
Aunque allá en la
quebrada hay bastante puesto
Ojalá no esté la Ofelia
que le tengo un detesto
Que las otras lleguen
rapidito pa´ podernos ir
Porque es que el
aguacero se quiere ya venir.
Y así se fueron Inés,
Estela, Ita, Ana y Rosa
Sin conocer ninguna cómo
terminaría la cosa
Llevaban las bateas a la
altura de la cintura
Y en su rostro una
sonrisa de pura calentura.
Llegaron, se repartieron
en la quebrada
Cada una en su lugar
bien acomodada
Con la distancia apenas
pa´ podé charlá
Y uno que otro chiste y
chisme poderse echá.
La cuelga tarbajaban
bien coordinada
Mientras estaban con la
risa alborotada
Y así se tejió una
inesperada conversación
Aquí se las presento,
presten pues atención.
-Comadre Inés:
Ya estoy es cansada de
esa cocinadera
Que aprenda a cocinar
ese, Dios quiera
Se la pasa todo el día,
haciendo la nada
Con la barriga en la
cama bien echada.
Hace como tres meses
dizque se lesionó
Cortando leña por los
lados de Quiadó
Desde ahí ese hombre ya
no va a trabajá
De mi casa hoy que
llegue lo voy a bajá.
-Comadre Estella:
¡Ve manita!, el mío es
mucho más descarado
Anda hace como cinco
meses bien alzado
Se encontró fue otra por
los lados de Purré
Pero cuando vuelva lo
voy es hacé corré.
Me manda a decí que anda
en una mina
Pero anda es con la
bruja de la Ernestina
Ese diablo acá vuelve,
eso lo tengo seguro
Y le va a ir bien mal
por ser tan boquiduro.
-Comadre Ita:
Esos hombres están
sufriendo del mismo mal
¡Ay Dios mío como
que nos cayó fue una sal!
Emiro todo lo que
trabaja ahí mismo se lo bebe
Y donde Juana como mil
cosas es que debe.
Ya lo que consigo, lo
quiere cogé pa’ él
Y anda dizque celándome
con Otoniel
Pero ahora que llegue,
la tabla le canto
No estoy más por eso, ni
por más llanto.
Estaban las comadres en
la conversación
Y se escuchó un grito
de mucha emoción
Ana estaba con los ojos
bien alborotados
Mientras Rosa corría a
ver qué había pasado.
¡Dios mío bendito, santa
María bendita!
Parece que el agua,
estuviera bendita
Estela, Inés, Rosa, Ita
miren cómo brilla
¡Ay Dios mío hasta me
tiemblan las rodillas!
Traigan la barra grande
pa´ desenterralo
Y cabuya bien
larga pa´podé amarralo
¡Ay esto es una piedra
gigante de oro!
Nos hemos es encontrado
como un tesoro.
Las mujeres lloraron,
bailaron y saltaron
Y desde ese día a los
hombres doblegaron
Los papeles se cambiaron
por el poder
Que siempre los hombres
solían tener.
Lavaban plato, ropa, la
casa y cocinaban
Y como perritos falderos
muchos andaban
A unos los dejaron por
infieles y descuidados
Mientras otros andaban
cabezi agachados.
Y así termina la
historia de un día de cuelga
Que hizo que los hombres
entraran en huelga
Pues les dolían las
manos de tanta ropa lavar
Y el corazón de ver a
otro con su mujé gozá.
Y como dice el dicho…
“El que no sabe lo
que tiene a pedir se queda".
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